OBJETIVO: Barreras que impiden escuchar profesionalmente en
una entrevista de ventas
ACTIVIDAD: Después
de una breve explicación del profesor y de la lectura de la guía.
Identifican
las barreras más peligrosas para
escuchar en una negociación
1. La indiferencia. Muchas
veces pensamos que lo que el cliente dice no tiene importancia y dejamos de
escuchar mientras nuestras mentes divagan. Esto trae dos desventajas evidentes:
en primera, el cliente puede decir algo de veras importante mientras estamos
distraídos y, en segundo lugar, y aún más importante, nos estamos volviendo
escuchas perezosos y éste hábito puede ser difícil de erradicar después. La
indiferencia al escuchar no tiene excusa; significa que somos indiferentes a la
venta y, de ser así, estamos en el lugar equivocado.
2. La impaciencia puede ser más
comprensible, aunque no deja de ser un problema igualmente grave. Nos
impacientamos con un cliente lento, o uno que no cesa de hablar, y nuestras ideas
empiezan a adelantarse a la conversación. El riesgo aquí está en que no podemos
pasar por alto ningún indicio importante que pudiera ayudarnos a la venta. Por
lo tanto, debemos observar una estricta disciplina y concentrarnos en lo que
diga el cliente, aunque nunca termine de decirlo.
3. El prejuicio. Si permitimos
que un prejuicio racial o de otro tipo interfiera con nuestra capacidad de
escuchar, estamos en el lugar equivocado y debemos hacer planes para cambiar de
trabajo tan pronto como sea posible. Pero si permitimos que aparezcan
prejuicios como la forma de hablar del cliente, sus actitudes o su compañía,
tenemos que aprender a controlarlos. Al pensar en el cliente estamos
interfiriendo en el proceso de escuchar.
4. La preocupación. Todos somos
humanos. Habrá momentos en que estemos preocupados por problemas personales o
por negocios. Es importante permanecer alerta durante la venta y no dejar que
esto interfiera con nuestro propósito. Cuando entremos y crucemos la puerta del
cliente, debemos dejar todas esas distracciones atrás.
5. El mal uso de las palabras.
Este es un problema de doble consecuencia. En primer lugar, el cliente puede
tener dificultad para expresarse y dar a entender cosas que no pretende decir.
Esto nos puede confundir o nos puede llevar a interpretar mal el mensaje. En
segundo lugar, podemos ser culpables de utilizar mal las palabras e interpretar
mal lo que un cliente nos diga. En el primer caso, es importante hacer
preguntas si sospechamos que el cliente no se expresa con claridad. En el
segundo caso, tenemos que concentrarnos en mejorar nuestra propia capacidad de
expresión y nuestro vocabulario.
